En 2018, un proyecto ejecutado por expertos del Centro de Investigación y Tecnología del Agua (CITA) de la Universidad de Ingeniería y Tecnología (UTEC) inició con el objetivo de estudiar a profundidad la morfología de los ríos de la Amazonía, a los cuales bautizaron como “Ríos danzantes”. A cuatro años de su génesis, y concluida la investigación, los científicos han podido hacer importantes hallazgos para una mejor gestión fluvial y la preservación de su biodiversidad.
Cuando se habla de ríos, la amenaza más preocupante y recurrente es la contaminación. Aunque sí es un factor, también existen otros motivos por los cuales la calidad de sus aguas se ve afectada. Por ejemplo, la gran cantidad de construcciones u obras de infraestructuras, como hidroeléctricas, tienden a alterar el equilibrio ecológico de estos cuerpos de agua.
“Una hidroeléctrica, por ejemplo, retiene el agua para que caiga y genere energía. Cuando es una gran central hidroeléctrica, por lo general, sus paredes interrumpen los flujos naturales de los ríos, acumulando sus sedimentos”, explica a la agencia Andina el ingeniero David Barreto Escobedo, líder del proyecto “Dancing Rivers” o “Ríos danzantes”, que fue llevada a cabo en los ríos Huallaga, Marañón, Ucayali y Amazonas.
El experto señala también que son muy pocas las centrales hidroeléctricas que tienen un sistema que permita el paso de los sedimentos. “Un efecto puede ser que cuando pasen los años, se altera el equilibrio natural del río y se produce un fenómeno de erosión en su fondo”, haciendo que cambie su transporte de sedimentos”.
Además, estas obras también generan efectos negativos en el flujo migratorio de los peces, por ejemplo, “cuyo hábitat no es una sección del río, sino todo el río”, sostiene el Dr. Patrick Venail, director del CITA.
“Existen enormes peces que migran, como el salmón en Norteamérica. En los ríos peruanos pasa lo mismo: los peces nadan aguas arriba para continuar su ciclo de reproducción y vida, dispersando semillas y nutrientes en su camino, por lo que si se restringe su migración, todo eso no va a llegar a su destino. Incluso, las poblaciones que necesitan de estos peces van a ver afectado su estilo de vida y comercio”.
Incluso, el desarrollo urbanístico de los pueblos también se puede ver alterado por el cambio de los ríos, pues más del 90% de la población de la llanura amazónica es ribereña (es decir, vive cerca a los ríos), precisa Barreto.