Rusia está ayudando a crear una crisis de alimentos de la que Rusia misma es la clara ganadora. La guerra ha bloqueado las exportaciones de cereales de Ucrania por mar, cortando suministros vitales a países desde Somalia hasta Egipto. La interrupción, coronada por el clima cálido y la sequía que afecta a los cultivos de trigo en otras partes del mundo, ha llevado los precios de los granos a niveles récord y amenaza con llevar la hambruna a regiones de Medio Oriente y el norte de África.
Por otro lado, Rusia continúa exportando trigo, aprovechando el fuerte aumento de precios, encontrando compradores dispuestos a pagar y obteniendo más ingresos por tonelada. Se puede decir que con la lucha logró “aniquilar” a su principal competidor. Ahora, también se está beneficiando de los vertiginosos aumentos de precios que está creando esta tormenta de comida perfecta.
Moscú ahora espera una buena cosecha de trigo para la próxima temporada, lo que indica que seguirá beneficiándose de la situación. Los precios mundiales del trigo han subido más del 50% este año, según estimaciones de la consultora agrícola SovEcon, y el Kremlin ha recaudado 1.900 millones de dólares en ingresos de los impuestos a la exportación de trigo esta temporada.
La comida como arma de guerra
Tim Benton, director de investigación de riesgos emergentes en Chatham House, dijo: “Esto es usar los alimentos como un arma de guerra en lugar de atacar directamente a una población”, en alusión a los comentarios rusos de que únicamente desbloquearían el puerto ucraniano de Odesa si se relajaran las sanciones. “Desde una perspectiva política, estamos en una especie de lugar nuevo debido a la importancia de los mercados de granos”.
Al bloquear los puertos de Ucrania, Rusia obligó al país a intentar transportar granos por tierra, lo que provocó la caída en picado de las exportaciones. Ahora, representan sólo una cuarta parte de su masa potencial habitual.
