Nació en Moscú pero su hogar está en Kiev porque se mudó allí a la edad de 13 años. Ella cree que la guerra es a veces una causa justa y este es el caso de Ucrania. Cree que el país donde vive sería mejor si se integrara a Rusia y lamenta que sus hijos no lo vean como ella. Su nombre es Natalia y es pro-rusa, “como muchos, aunque lo escondan”.
Natalia accedió a hablar con EFE porque quería documentar que en Ucrania no todo el mundo piensa así. Según explica, sus iguales no hablan a los periodistas porque se sienten “juzgados”. Pidió ocultar su apellido; asegura que algunos de sus amigos se encuentran en prisión por disidentes.
Ahora tiene 64 años y viste un traje rojo brillante a juego con las flores que usó en el Monumento al Soldado Desconocido en Kiev. Hablaba muy despacio y pensaba cuidadosamente cada respuesta, sopesando sus palabras, como si supiera que su historia podría ser incómoda en un país invadido.
“Yo apoyo a Rusia. Sí, lo hago, porque en los últimos años aquí hemos tenido nazi”, dijo refiriéndose al presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, y al alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, quienes están ansiosos por borrar de las calles de la capital los monumentos en honor a los “héroes que expulsaron de Ucrania a los nazis”, refiriéndose a los dirigentes soviéticos.
Conoció otro sistema cuando vivió en Estados Unidos durante 14 años, donde explicó que trabajaba como científica. Allí continuaron viviendo sus dos hijos, quienes no están de acuerdo con ella. Ella asumió que era porque les habían hecho “un lavado de cerebro”. “Mis hijos no saben de historia. Han sido educados en otro sistema”, lamentó.
Para ella, la época de la URRS no fue ni blanca ni negra. Tienen “aspectos negativos” que no quiere formalizar, pero hay otros positivos: “”No había desempleo, teníamos buenos sistemas de salud para todo el mundo y no pagábamos por ello, mis padres no pagaban por nuestra educación. Teníamos muchas posibilidades”, dijo.
En cierto modo, admite, anhela ese momento. Fue al memorial de kiev para poner flores en la tumba de un pariente de una amiga suya que ahora vive en Moscú. Sus nombres y apellidos aparecen en la lápida: Mefodiy Madyudya, ucraniano que luchó en 1944 bajo la bandera soviética.
“Yo siento profundamente que soy rusa y no voy a traicionar a estos héroes que murieron liberando a Ucrania de los nazis”, afirmó Natalia con seguridad frente al monumento.
