Muchos estudios han demostrado que nuestro entorno doméstico, laboral y familiar pueden tener un impacto significativo en el equilibrio de nuestra salud emocional. ¿Cómo saber si estamos dentro de un ambiente nocivo? ¿Cómo crear entornos y vínculos saludables?
“Hemos tenido muchas pérdidas debido a la pandemia del covid-19 y el impacto individual y colectivo han sido muy grandes. Necesitamos retejer lazos afectivos, no solo individuales sino también familiares y colectivos para sentirnos mejor”, manifestó Vanessa Herrera, psiquiatra de la Dirección de Salud Mental del Ministerio de Salud (Minsa) al programa Saludable Mente de Andina canal on line.
Explicó que el entorno de una persona no solo hace referencia a un espacio físico. Es también el espacio afectivo, donde se expresan nuestras emociones, costumbres y valores.
Un entorno saludable permite que las interacciones se den de forma segura y tranquila, que se tenga tiempo para desarrollar nuestra vida profesional, familiar y afectivas; que haya “espacio para amar y reencontrarnos”.
No tiene un tamaño específico. Puede ser grande o pequeño, está libre de hacinamiento, cuenta con un techo seguro y no permite la violencia física ni emocional. De ser posible, cuenta con áreas verdes o jardines para jugar, conversar, reunirse con los amigos o seres queridos.
¿Cómo es un entorno dañino?
Es aquel donde los límites de nuestra vida son difusos, donde se permite el castigo físico o verbal a nuestras niñas, niños o adolescentes, o a los adultos mayores. “Donde hay hostigamiento laboral o sexual, ya sea en la universidad, el colegio o el trabajo”.
Un entorno dañino o poco saludable es también aquel donde se trabaja en exceso, donde no hay una hora para salir, donde hay una sobrecarga de tareas, donde hay dificultad para encontrar empleo.
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“A veces trabajamos demasiado y no nos damos tiempo para reencontramos con nuestros hijos, hijas, padres, amigos. El trabajo en exceso puede afectar nuestra calidad de sueño, perjudicar nuestro tiempo libre o tiempo espiritual. Todo eso afecta nuestra salud mental positiva”.
La psiquiatra comentó que eso les ocurre a muchas madres de familia que han consagrado su vida al trabajo doméstico o a su función de ser mamás, sin tiempo para los amigos, pareja o para desarrollar su proyecto de vida. Esto genera un distanciamiento progresivo de su esencia, incrementando la conflictividad que puede ser el inicio de la ruptura familiar.
¿Cómo cambiar?
Cambiar la forma en la que vivimos no es sencillo, pero es posible, sostiene la experta.
“Hemos perdido el tiempo de sobremesa, los momentos de hablar con papá y mamá. Muchas veces tenemos relaciones muy paternalistas o donde solo existe un jefe de familia que toma la decisión por todos. Lo recomendable es tener una familia democrática, donde los cuidadores -papá, mamá o quien ejerza el cuidado- se pongan de acuerdo y establezcan normas, valores, límites adecuados de acuerdo con cada edad de los integrantes del grupo familiar”.
Con los adolescentes, recomienda no dar órdenes y por el contrario negociar, insistir en el desarrollo de habilidades sociales para la vida diaria.
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“Con la pandemia, nuestros niños, adolescentes y jóvenes han perdido muchas habilidades sociales, lo cual está generando un gran conflicto y problemas en su vida cotidiana, en el colegio, en el barrio, dando espacio para amigos inadecuados o relaciones no saludables”.
Aconseja estar atentos a sus cambios, sin juzgarlos, ni minimizar lo que sienten; pasar tiempo activo con ellos, estableciendo acuerdos donde se distribuyan las tareas domésticas, sin sobrecargar a alguien en especial, como puede ser la mamá.
“Es necesario volver a abrazar, a decir te amo o te quiero. Para muchas familias, esto está sobreentendido, pero no se hace explícito. Hay papás o mamás que no dicen lo suficiente que aman. Hay que enseñar las habilidades de la empatía, muchos jóvenes están enfrascados frente a la pantalla y han perdido la capacidad de conectarse con los otros”.
Para la psiquiatra, es fundamental tener un tiempo para el ocio saludable y la actividad física.
“Debemos tener tiempo para disfrutar la comida, contemplar la naturaleza, disfrutar activamente con mi hijo o hija. Tener tiempo para mí, para mi proyecto de vida, para abrazar o sentir el cariño de mis seres queridos, para ser parte de un grupo solidario. Todo eso contribuye al bienestar emocional que nos permitirá estar sanos a todo nivel”.
Vínculos saludables, acuerdos claros
Vanessa Herrera reconoce que la pandemia ha agudizado las heridas emocionales que ya muchos cargaban desde antes.
“Es necesario retomar, paso a paso tu ritmo, volver a conectar. Hay que escuchar a las personas activamente. Muchas veces vivimos aceleradamente y no somos sensibles con el dolor de las personas. Hay que buscar tiempo para el reencuentro. Muchas veces solo trabajamos y buscamos pretextos para no permitirnos salir con nuestros hijos, pareja, amigos. Es esencial reforzar nuestros lazos sociales y reducir la sobrecarga de estresores negativos”.
Al regresar a casa, después del trabajo, sugiere destinar tiempo para actividades que no estén centradas en lo auditivo o estar frente a la tele; hay que buscar actividades que impliquen hablar, hacer actividades manuales, conectarnos con otros, actividades que nos saquen de pensamientos repetitivos. Es esencial reducir nuestra exposición a las redes sociales, donde todo ocurre de forma muy rápida.
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La psiquiatra aconsejó que cuando se busque hacer cambios dentro del hogar y no se encuentre el apoyo necesario, se proceda a buscar ayuda profesional, porque de lo contrario surgirá el agotamiento, rencor y frustración.
“Probablemente él o ella estén sobrecargados, porque está intentando una uy otra vez que haya cambios frente a la violencia o una mejor convivencia con los hijos, pero se siente bloqueado. La sugerencia es que acuda a un servicio de salud mental lo antes posible”.
Recordemos que en el país existen cerca de 250 centros de salud mental comunitarios, a los que se suman los servicios de salud mental en cada establecimiento de salud del país y la línea 113, opción 5, a cargo del Ministerio de Salud.
“Si me siento abrumado, estresado, no puedo dormir, me siento irritable, siento que no rindo adecuadamente, no sé qué hacer, hay un caos familiar a mi alrededor, tengo que buscar ayuda profesional lo antes posible, de lo contrario va a ser muy difícil que pueda ayudar al resto. En ese proceso de respiro, de tranquilidad, podemos hacer luego una intervención para que la familia se reorganice y tenga mejoría en su salud mental”.
Indicó que muchas personas pueden mostrarse renuentes a buscar ayuda de este tipo porque consideran que estos servicios son solo para la gente loca, pero eso es incorrecto.
“Hay que normalizar esta experiencia como si se tratara de un chequeo médico por una dolencia física. La salud mental es tan importante como la salud física. Debemos trabajar todos para tener entornos saludables, seguros, donde podamos conectarnos sin temor a ser juzgados por lo que sentimos, donde podamos vivir sin violencia y de forma digna. Claro que se puede”, indicó la especialista.
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